domingo, 21 de junio de 2009

Yo condeno

Condeno el pasado franquista del estado español.

Condeno el holocausto nazi.

Condeno los crímenes de Stalin.

Condeno los múltiples partidos europeos, incluso con representación parlamentaria que alientan el racismo y la xenofobia.
Condeno la guerras genocidas por pétróleo y a todos aquellos que las promovieron y que las promueven.

Condeno el imperialismo económico, asi como la injerncia interesada de los poderosos en los asuntos de los débiles.

Condeno la represión del derecho de autodetrminación de los pueblos.

Condeno los crímenes ocultos e ignorados de las multiunacionales en Latinoamerica y en África. Por ello, repudio a la Shell y a Repsol.

Condeno el capitalismo salvaje que destina a la miseria más indigna y aberrante a millones de personas en todo el mundo.

Condeno las oligarquías de poder. Por ello condeno "la libertad de prensa" en el mundo occidental y a aquellos que se erigen defensores de la misma en otros patios.

Condeno a los que claman a viva voz la defensa de los derechos humanos en el cuarto de atrás de la casa mientras en el salón torturan sin pudor a personas inocentes.

Condeno la imposición armada y de carácter imperialista de la "democracia" que nos gusta a nuestros vecinos incivilizados.

Condeno que se levanten muros y fronteras al son de "si, compañero, te exploté y te expropié los ricos recursos de tu tierra, asesiné a tus hermanos y tus hijos jamás irán a la escuela por mi culpa , pero aquí, en mi país, en mi continente rico, no cabeis todos".

Condeno a los que ensalzan y defienden el estado de derecho con la mana izquierda y con la derecha tratan de resolver conflictos a golpe de porra.


No puede ser exigencia democrática condenar aquello que es evidentemente repugnate y rechazable. No puede serlo porque los que alzan la voz exigiendo condenas verbales callan más tarde a la vista "de otros exesos", por lo visto menores.


No puedo sumarme sin más al siempre hegémonico, extraño y desconcertante coro mediático de condena al atentado de ETA, sin antes repudiar a aquellos que exigen sólo las condenas que les interesan de manera vil y sesgada mientras ignoran, olvidan e incluso amparan y patrocinan otro tipo de prácticas igual de aberrantes.


Ahora sí, condeno los métodos violentos de índole terrorista ejercidos contra los más débiles. Condeno las prácticas de ETA.

lunes, 15 de junio de 2009

Sublevación indigena en Perú y el Estado

A raudales llueven hoy las noticias sobre las revueltas protagonizadas por los pueblos amazónicos en el altiplano de Perú. El estallido de las protestas, que por momentos se han destapado de intensa violencia, se debe a la promoción de una serie de decretos legislativos por parte del gobierno de Alan García.

No es objeto de esta reflexión la narrativa de los acontecimientos ni mucho menos el desarrollo de un jucio moral, el cual, a su vez, se puede intuír extremo en función de las concepciones individuales e ideológicas.

En este momento lo que me interesa resaltar es un aspecto que ha sido ignorado, descuidado y omitido desde los distintos puntos de vista y medios de comunicación.
Parece que sólo a mi me llama poderosamente la atención que dos personas, a modo de simplificación del conflicto, tales como Alberto Pizango y Alan García sean portadores de la misma nacionalidad.

Evidentemente en el seno de una estructura estatal, bien sea voluntariamente o bien mendiante la opresión de pueblos y nacionalidades, cabe una amplia diversidad de culturas, razas, idiomas, concepciones o religiones.
Pero resulta también claro que en los libros las nacionalidades y los Estados se constituyen en base a determinadas características raciales, etnicas, culturales, de parentecsco social, o comunal...

El único nexo evidente, al menos desde mi punto de vista inexperto y errático, entre estas dos personas, entre estos dos pueblos, entre estas dos concepciones del mundo tan profundamente polarizadas, el único lugar común parece la geografía pólitica.

Porque los intereses del criollo acomodado traspasan claramente el umbral del clásico conflicto entre propietarios y desposeídos, lo traspasa porque no hablan el mismo idioma, porque no comparten ningún ápice de cultura común, porque étnicamente son como la noche y el día.

Se vence claramente la frontera de lo común porque Pizango cree que la selva es su madre y su génesis, y García piensa que la selva es un enorme pozo de petróleo, gas y madera que hay que exprimir como una naranja.

Lo que no unió la naturaleza, lo que no unió la voluntad de los pueblos, lo que no unió la cooperación, lo une el Estado.
Lo que separa la explotación y el conflicto, lo que divide la cultura y las costumbres, la fractura entre blancos e indios; todo eso, lo homogeniza como por arte de magia el estado. Como si por trazar una linea política - siempre arbitraria- se esfumaran de un plumazo tantos siglos de incmprensión y barbarie colonial.

Cualquiera puede darse cuenta de lo contradictorio, absurdo y profundamente conflictivo que es la situación de que haya tipos como Alan García que puedan legislar y legislen para tipos como Alberto Pizango. Esta situación es una mecha, un polvorín condenado al estallido más brutal.
Y en esas estamos.